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1. EL LUGAR:

La periferia costera de Es Castell que se encuentra tan próxima a la singularidad portuaria, pautada por el brutalismo hotelero, como a la vulgaridad de las nuevas colonizaciones residenciales.

2. LA RETÓRICA:

PRIMERO. El prolongado trazado curvo que la calle Agamenón impone al terreno permite este ejercicio de ductilidad formal para un contenedor de viviendas transparentes. SEGUNDO. Seis accesos, trazados como flechas clavadas, atraviesan la planta desde su frente convexo hasta su fondo cóncavo, presentando escaleras internas que recorren el sólido desde el subsuelo hasta la precubierta. La aparición de apartamentos desiguales está en función de la distancia variable entre estos ductos. TERCERO. El desconcierto geométrico provocado por la invisibilidad de la totalidad del sólido desde los extremos de su frente convexo y urbano se convierte, desde su fondo cóncavo y privado, en proximidad íntima e incluso promiscua. La plantación de un vergel de olivos y granados junto al estanque aumenta las posibilidades de adulterio. CUARTO. La ocultación de los soportes estructurales permite interpretar todos los voladizos del edificio como unas rodajas macizas demasiado pesadas para ser recibidas por su piel cristalográfica. La coloración violenta de todos los materiales opacos frente a la desaparición en la sombra de sus bastidores ahumados resalta esta paradoja. QUINTO. Sólo la sucesión de doce bidones metálicos cilíndricos logran pautar el vértigo horizontal de la intervención. Estas protuberancias permiten acceder, a través del helicoide que esconden, a las azoteas para el asoleo y la vigilancia costera.

Nicolás Faedo Sáez.